(AZCONA SÓLO HAY UNO) Él, que nunca dirigió pero estuvo ahí, sin autocomplacerse, ni hacer sombra ni agasajo. Él, que escribía comedias sobre la agonía y las hipotecas y los tullidos y la pobreza. Él, que hacía drama de la religión y la pitanza. Él, que se adaptó al habla de su entorno. Él, que buscó complicidad transalpina y cambió de lengua pero no de lenguaje. Él, que me firmó un autógrafo en un lienzo. Él que guionizó El cochecito y El pisito y El verdugo y Plácido y Mafioso y La gran comilona y La escopeta nacional y La vaquilla y un etcétera largo y excelso, contundente y estrafalario. Él, que hacía cine que venía de la vida, porque el cine que viene del cine no le interesaba. Él, que escribió Los muertos no se tocan, nene. Él, es Rafael Azcona: uno de los mejores guionistas del mundo.
Sus amigos sabían lo que le debían y han intentado hacerle un homenaje en forma de película —cómo si no— basado en una de sus primeras novelas. Una novela que intentó dar el salto al cine y completar una trilogía junto con El pisito y El cochecito. Pero claro, la censura le dijo a la pareja Ferreri- Azcona: “Sí hombre. Pero si os reís de los muertos y de los políticos y de los funcionarios locales y de los militares que tanto trabajan por la patria, y habláis de placeres solitarios y de amores externos a la sagrada unidad familiar católica, apostólica y romana; y no le hacéis honores a España, nuestra nación: una, grande y libre. Así que, por la presente, comunicarles a Don Marco Ferreri y a Don Rafael Azcona Fernández que su intento de película se va a quedar en eso: en intento. A parla”. A la sazón, hace dos años se juntaron sus colegas David Trueba, José Luis García Sánchez y Juan Gona y le dieron bola y metraje al proyecto. Pero claro, Ferreri y Berlanga ya no están y Azcona sólo hay uno.
Fallido, aunque bien intencionado, homenaje póstumo a Don Rafael. Rodado en blanco y negro, sin sonido directo, con un elenco coral y doblado en sala y con un gran respeto. Aún así, es de agradecer que García Sánchez se plantara sin miedo frente a un morlaco semejante, un proyecto que el público iba a comparar sin miramientos, y nos contara la historia de Fabianito y todo lo que se desenvuelve alrededor del velatorio de su bisabuelo: el primer amor platónico, la desestructuración familiar, la marginación social, el aparentar ante el poderoso, la llegada de la televisión, la superstición, la infidelidad, el puterío y un gato que pulula entre el gentío.
Se ha comentado siempre que Fabianito es un alter ego del Azcona infantil. Aunque, en palabras de Mingote, amigo intimo y compañero de fatigas y tertulia: “un alter ego de Rafael es el niño, la señora, el señor, el muerto, el vivo… todos son un alter ego de Rafael. Todo es Rafael”. A positivar el amor y el respeto de todo el equipo por la obra del genio de Logroño; pero, sobre todo, a positivar el cartel de Mingote; supongo, uno de sus últimos trabajos.
Ver la película no es cosa sencilla. No obstante, encontrar el libro es poco complicado y leerlo es un placer; puro Azcona. Amen.
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