No me gusta esa persona que abre el caramelo en el cine… muy despacio, ni el que tiene que consultar el WhatsApp varias veces durante una proyección. No entiendo muy bien a la gente que destroza una película sin miramientos solo porque no le gusta. Me gusta oír a la concurrencia toser durante los primeros minutos de los pases de las nueve de la mañana; uno, que es así de raro. Me gusta que la música de una película apoye el discurso, pero no me gusta que esa sintonía administre mis emociones. Me gustan las películas que no cierran con un “Fin” sino con un “¿Fin?”. Me gusta ver los trailers de las películas que no me gustan. No me gusta la gente que abandona su butaca antes de que acabe la película, pero me gustan todavía menos aquellos que entran tarde. Me gusta el Festival Internacional de Cine de San Sebastián; quizá porque es el más importante al que voy. Me gustan las películas que allí se proyectan; eso sí, unas más que otras.
Me gusta Ricardo Darín, pero no me gustó tanto La Cordillera de Santiago Mitre; quizá porque no la entendí del todo, quizá porque desconecté del interesante discurso político por culpa de esos toques de thriller psicológico-familiares-paranormales repentinos. No me gusta mucho Hong Sang-soo (disculpad tal injuria), sin embargo me pareció interesante The day after y fácil de digerir esa historia de líos de faldas entre libros. Me gustó mucho la película rumana Pororoca, por lo inesperado, por la pausada crudeza de sus imágenes y por su fantástico actor protagonista que, de repente, descubre que ha desaparecido su hija en una larguísima y perfecta secuencia pocas veces vista en el cine. Me gustó, con peros, Sollers Point, que me narraba la pequeña historia de un chaval que, en libertad condicional, intenta adaptarse a su barrio de siempre: con un pasado que le sigue esperando y un futuro que nunca llega.
A pesar de que la firmaba Todd Haynes, no me gustó Wonderstruck porque esos excesos de la pantalla no dejé de compararlos con la elegante y sutil Carol, por la atronadora banda sonora y por la ornamentada adaptación de una novela infantil que no me captó. Tampoco me gustó El secreto de Marrowbone, primera película de Sergio G. Sánchez, porque todo me sonaba a ya visto y porque creo que, como su productor Bayona, todos los esfuerzos buscan la expresión profunda e íntima de sentimientos y emociones. Aunque ambas, obviamente, tenían fragmentos positibables.
Me gustó el trabajo de los actores de Morir, de Fernando Franco. Aunque todo el filme semejara un incómodo tercer acto que duraba casi todo el metraje. La agonía era solo del personaje; pero mejor solo La herida que Morir. Me gustó la historia de amor entre joven antropólogo rumano y un ex convicto romaní que me contaban en Soldados. Una historia de Ferentari. No obstante casi se ha borrado de mi cabeza y eso habla de su inocuidad. Me gustó mucho el principio de Beyond Words y su discurso primario: la inmigración primermundista y que no somos de donde venimos sino lo que podemos aportar a nuestro nuevo destino.
La película española La vida y nada más, rodada en Estados Unidos y con actores estadounidenses, me gustó por su honestidad aunque contara una historia conocida de padre ausente y ambiente duro en barrio afroamericano. Y sí, yo soy del 50% al que le gustó Madre! porque se mantiene en retina y mente tras su visionado, por su enfática mezcla de sonido y porque, para mí, es una forma tan extenuante como interesante de acercarse al mundo de las musas. Si de repente tiene que reinar la anarquía, que lo haga a lo grande y con excesos.
Me gustó y me entretuvo mucho The disaster artist. La comedia voluntaria sobre una comedía involuntaria de James Franco se merecía el premio gordo, aunque yo le otorgara una medalla de plata (Premio especial del Jurado) en mi quiniela festivalera. Es muy A positivar que un director haga un homenaje al Ciudadano Kane de las malas películas: The Room y su peculiar rodaje se merecían una película así; no importa que tuviera algún que otro gastado recurso.
Me gustó Loveless porque me gusta todo lo que hace Andrei Zvyagintsev, porque me gustó la cruel forma de tratar a la pareja divorciada que se ve obligada a respetarse y entenderse para encontrar a su hijo desaparecido. Y por su impecable formalidad. Me gustó el respeto y algunas secuencias de humor de Fe de etarras y sus melancólicas y divertidas maneras de tratar el conflicto vasco. Sí, una comedia sobre un comando de ETA. Pero no es la primera película cómica sobre un grupo terrorista: cuatro leones ya lo hicieron en el Reino Unido hace ya unos cuantos años. Me gustó mucho The Captain y el joven y desertor soldado alemán que roba un uniforme de capitán para intentar vivir mejor los epílogos de la II Guerra Mundial. Un filme que empieza como cine mudo y evoluciona brutalmente hacia el teatro Burlesque. No me gustó la última de Paolo Virzì, de nombre The Leisure Seeker por más que Helen Mirren y Donald Sutherland lo intentaran con su viaje en busca de una catarsis que arrinconara sus duras enfermedades. Me gustó, solo a ratos, La buena esposa por sus buenas interpretaciones y por poco más. Me gustó Bardem en Loving Pablo, pero no me gustó como mezclaban el inglés y el castellano y no me aportó nada nuevo a una figura excesivamente representada en los últimos tiempos.
No me gusta dedicarle tan pocas líneas a películas que me han gustado. Me gusta tener tiempo para ir al cine, para ver cine y para hablar de cine.
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