Ecuador del Festival. Premios Donostia. Jóvenes agresivos que desalojan salas. Celuloide Francés. Monstruos y gigantes. Formas diferentes y contenidos análogos. Mainstream y periferia. Asia. Ya no llueve tanto. Pinchos. Cine.
Es martes. La película concursante de hoy se llama As you are, de un director, de nombre Miles Joris-Peyrafitte, que apenas tiene 25 años. Patinetes, padrastros, violencia, sexo, institutos, grunge y porros que se van agriando en su propia descripción. Llegada como premio especial del jurado de Sundance, la película que se ve bien –todo hay que decirlo– tiene una estructura que no acaba de funcionar y conflictos demasiado vistos. Así como un final sin ninguna sorpresa. El realizador ha visto mucho Larry Clark y mucho Gus Van Sant, y se nota, pero no para bien. Sin embargo, no pasa nada, es un tío joven y guapo. Ya llegarán problemas y los conflictos serán suyos.
Y de los vicios del cine indie a los del cine más comercial. Al sonido de violines que te hacen llorar y a una dirección técnica, de actores y, también, de espectadores. Un monstruo viene a verme, el taquillazo de Bayona y Telecinco Cinema, es de promoción tan exagerada como su planteamiento. Un chaval de padres separados, con una madre enferma y una abuela con la que no encaja, deberá superar sus miedos con la ayuda de un monstruo que tiene la voz de Liam Neeson. El monstruo le contará tres historias (que parecen una) y el chaval le deberá contar la última. Tanto llanto nos vuelve insensibles y, si bien el apartado técnico es impecable, la formula narrativa nada original nos sucumbe en el exceso. Se hace larga y no lo es.
Y entonces llego. La contención. La narración. El tempo. La mentira piadosa. El recurso afinado. Frantz, de François Ozon, es de las mejores películas que he visto en el Festival. La mejor. Con Lubitsch de fondo, que ya es un reto, el realizador francés nos cuenta la historia, en blanco y negro con notas bien traídas de color, de un soldado francés que viaja a Alemania para depositar flores en la tumba de un soldado alemán. Ozon sabe de cine, de formatos y de guiones. Sabe adaptarse al discurso y no al revés. Hace fácil (de ver y de oír) lo complejo de contar. Es académico. Es autor. Muy recomendable.
Jesús, la película del chileno Fernando Guzzoni, fue creciendo en mi mente conforme pasaron las horas tras su pase. No sólo por la increíble y veraz actuación de su amateur actor protagonista, sino también por la contundencia de su narración. Jesús no estudia ni trabaja. Jesús tiene 18 años y sólo baila y sale de fiesta. La relación con su padre es insustancial hasta que le confiesa su participación en un hecho delictivo. Ahí es donde los buenos padres actúan. Buen final. Una obra que deja poso y debate. Todo lo contrario que Snowden. Oliver Stone se posiciona tan contundentemente que no da opción. No aporta nada a los hechos presentados magistralmente en Citizenfour y acaba siendo algo aburrida. Joseph Gordon-Levitt es positibable y alguna de las escenas de acción son… no hay escenas de acción.
Yo, Daniel Blake se presentaba en Donosti como la Palma de Oro del último festival de Cannes. Una perla deseada por ser de Ken Loach y por la curiosidad de su criticado galardón en el más importante festival du monde. Sí que le falta algo de profundidad a la película y parece algo tramposa en alguna secuencia. Sin embargo a mí me gustaron las tribulaciones de Daniel: obligado a dejar de trabajar por un problema cardiaco y obligado a buscar trabajo por la administración. Además, puede haber debate en que un jurado le diera el gran premio en Cannes. Pero en San Sebastián ganó el Premio del Público. Y a eso no hay nada que objetarle.
En El invierno, un viejo encargado de un rancho en la Patagonia debe dejar su trabajo y su día a día (su vida) a un peón mucho más joven. Un relato crepuscular de gran fotografía donde nos lanzan sin miramientos el argumento a la cara. Pocas palabras, que dicen mucho, para una película que empieza en el duro verano patagónico; y de ahí va a peor.
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